Según la asociación World Steel, la producción mundial de acero bruto ha aumentado un 3,4% en 2019, alcanzando 1.869,9 millones de toneladas (Mt) en este período. Además, las cifras disminuyeron en todas las zonas, salvo Asia y Oriente Medio. Así, la producción de acero bruto de China en 2019 aumentó un 8,3%. Por su parte, en India fue un 1,8% más, mientras que la producción japonesa se contrajo un 4,8%.
En la Unión Europea, la disminución es del 4,9%, sumando 159,4 Mt de acero bruto, destacando la bajada del 6,1% en Francia y del 5,2% en España. Mientras, Estados Unidos produjo un 1,5% más. El crecimiento en Oriente Medio alcalzó el 19,2%, a la vez que en América del Sur disminuyó la producción un 8,4%, en Turquía un 9,6%, en África un 2,3% y en Oceanía un 2,9%.
El exceso de producción, la reestructuración y los roces comerciales son algunos de lo desafíos tradicionales a los que se enfrenta la producción del acero que también se prevé que estén presentes en el 2020. Además, este será un año en el que se espera un lento crecimiento de la producción de acero en casi todo el planeta.
El camino hacia la descarbonización del sector
Sin duda, las señales inequívocas del cambio climático y la concienciación social acerca del mismo exigen una ágil adaptación de la industria. La meta es continuar con el ritmo productivo a la vez que se reducen las emisiones de CO2. En este contexto, cobra protagonismo en la industria en general el reto de la descarbonización, que en el sector del acero deberá ser intensivo, dada su alta generación de CO2. Son vías para lograrlo la reciclabilidad infinita y al 100% del acero, así como la inversión en tecnologías innovadoras para mejorar la eficiencia de la producción y el uso del hidrógeno para sustituir el carbón.
Así, la siderurgia española se ha comprometido a llevar a cabo una transformación tecnológica que permita alcanzar las emisiones cero para el año 2050. Según señala la Unión de Empresas Siderúrgicas (UNESID), para conseguirlo es necesaria la acción de las administraciones públicas para, por un lado mitigar la competencia internacional —que no tiene que asumir los costes del CO2— y, por otro, garantizar una electricidad renovable asequible.
En cifras de esta organización, el sector acerero español está muy adelantado en la tarea, con un descenso de las emisiones del 75% de CO2 por tonelada de acero, así como la reducción del consumo de agua en un 9%. Además, se reciclan casi el completo de los residuos y subproductos generados. El compromiso para el año 2050 es de especial importancia para el medio ambiente, si tenemos en cuenta que la industria siderúrgica española provoca el 4% de las emisiones totales de CO2 en España.
La subasta de la interrumpibilidad para el 2020 complica la situación
La primera subasta para 2020, considerada como extraordinaria por el Gobierno a la espera de la adopción de la normativa del Mercado Interno de Electricidad de la UE, resulta insuficiente para los sectores consumidores de energía electrointesivos. Ha supuesto una reducción del 60% de la retribución a recibir y, según indica el sector acerero, perpetúa su desventaja con los competidores internacionales en lo relativo a los precios de la energía y perjudica a la sostenibilidad del sistema eléctrico. La potencia se reduce más de la mitad, a tan solo 1.000 MW, así como en hasta un 57% el número de bloques ofertados. Además, ya no se subastan los grandes bloques de 40MW, lo que perjudica en especial a los mayores consumidores de luz en España: Alcoa, Arcelor, Ferroatlántica, Asturiana de Zinc, Celsa, Acerinox y Ercros.
UNESID pide precios competitivos que además permitan planificar las operaciones y actuar en igualdad de condiciones con respecto a otros países. Según ha manifestado, esta subasta perjudica a todos los sectores electrointensivos y a la sostenibilidad del propio sistema eléctrico. Además, señala que "sin interrumpibilidad el único respaldo viene de fuentes de generación emisoras de CO2".