Las chapas de aluminio y las chapas de acero inoxidable son muy empleadas en múltiples sectores industriales. Pero las propiedades particulares de cada material hacen de estas piezas más adecuadas para un uso y otro.
El inoxidable es 100% reciclable, igual que el aluminio, como ya señalamos en este artículo sobre el papel del aluminio en la economía circular. Esto rasgo común permite una muy relevante reducción de costes y de emisiones, pero las diferencias entre el aluminio y el acero inoxidable son múltiples y muy a tener en cuenta:
Un material natural frente a una aleación
El aluminio es el elemento más común en la corteza terrestre, mientras que el acero inoxidable no es un material natural. De hecho, se obtiene de combinar hierro con manganeso, níquel, cobre y, en algunos casos, óxido de cromo. La mezcla de estos elementos lo convierte en un muy resistente a la corrosión, sin duda su propiedad más destacada.
Propiedades y versatilidad
La bauxita es la fuente del aluminio. Este mineral se muele hasta dar lugar a una pasta espesa llamada alúmina, que luego se funde con criolita. Es un proceso electrolítico conocido como proceso de Hall-Heráult, que tiene como resultado un metal suave, duradero, liviano y maleable.
Por su parte, el acero es fuerte, duradero y flexible, fruto de la aleación de hierro y carbono. El hierro se funde, se le eliminan las impurezas, se le añade carbono y así se obtiene el acero al carbono, la base para el inoxidable y el cromo-molibdeno.
Aplicaciones muy diversas
Aunque la presencia de ambos materiales en la industria y en la vida cotidiana es muy habitual, varía en función de las propiedades de cada uno. El inoxidable se encuentra con mucha frecuencia en la refrigeración industrial, en la industria automovilística, en la naval y en la alimentaria, así como en el transporte, la construcción, en infraestructuras y en aplicaciones sanitarias, farmacéuticas y químicas. Al ser muy resistente e higiénico se usa en la industria alimentaria y en herramientas, además de en electrodomésticos, en la industria aeroespacial, etc.
En cuanto a los usos industriales del aluminio, es reseñable en el transporte, gracias a su ligereza. De hecho, por esta razón ha sustituido en las últimas décadas al acero en la industria del automóvil. También es muy empleado en la industria eléctrica y en la fabricación de maquinaria y herramientas, así como en embalaje y envases, construcción, herramientas y utensilios, pintura... El aluminio está más presente en el día a día que el acero porque es más fácil de trabajar, requiriendo menos calor para ser moldeado y adquirir las múltiples formas con las que lo podemos encontrar.
Peso y resistencia
El acero es sin duda mucho más resistente que el aluminio, por lo que resulta más duradero, pesado y menos deformable; soporta mayores pesos, tensiones y temperaturas que este sin sufrir daño alguno. Mientras, el aluminio resulta hasta un tercio más ligero que el acero.
Conductividad
El aluminio ofrece una excelente conductividad térmica, por eso es tan empleado en radiadores de coches y sistemas de aire acondicionado, si bien el acero soporta mucho mejor altas temperaturas sin sufrir alteraciones. Así, se el inoxidable se emplea en intercambiadores de calor en la construcción, mientras el aluminio empieza a presentar cambios a partir de los 400º, volviéndose "suave".
Cantidad y costes de producción
La industria del acero produce una enorme cantidad de material al año; en 2019 fue de 1.870 millones de toneladas de acero crudo en todo el mundo. Sin embargo, la producción de aluminio mundial fue de en torno a 64 millones de toneladas, dado que su demanda es mucho menor. Además, producir acero es mucho más caro que producir aluminio, puesto que exige un proceso más largo.
Resistencia a la corrosión
La capa pasivada del aluminio le otorga resistencia a la oxidación y a la corrosión, aunque con el paso del tiempo y la exposición a temperaturas extremas se puede corroer hasta presentar orificios y pérdida de material. Por su parte, el acero inoxidable ofrece una mayor resistencia a este tipo de agresiones por contar con un recubrimiento más fuerte de níquel, cobre o cromo.
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