El sector de la salud tiene en metales como el cobre, el titanio, el oro o el platino grandes aliados. En el campo de la medicina, las múltiples aplicaciones de estos metales garantizan la higiene en los centros hospitalarios y en quirófanos por sus propiedades antibacterianas. También sirven para agilizar la cicatrización de heridas, mejorar la oxigenación de la sangre, potenciar tratamientos médicos y como elementos protésicos de todo tipo.
A estos metales se les considera un biomaterial, al igual que a los polímeros, los materiales cerámico o los materiales compuestos como el polietileno, el cemento óseo o la piel artificial. Todos ellos tienen en común ser químicamente estables, tener una buena resistencia mecánica, ser biocompatibles y no resultar ni tóxicos ni carcinógenos, además de poder fabricarse con facilidad y a buen coste con la forma, tamaño, densidad y peso adecuados. Además, en el caso de los metales, estamos hablando de materiales que son 100% reciclables, por lo que su ventaja para el medio ambiente es evidente.
Máxima higiene, biocompatibilidad, resistencia y durabilidad
A día de hoy, las infecciones causadas por microorganismos, sobre todo aquellos muy resistentes a los medicamentos, como las superbacterias, son una amenaza para la salud de las personas. Si están pesentes en los hospitales aumentan la mortalidad y empeoran la calidad de vida de los pacientes, aumentando también el gasto sanitario. Por esta razón, el poder antibacteriano del cobre lo convierte en un material imprescindible en el sector de la salud. De ahí que Alsimet mantuviera, durante la crisis sanitaria de la COVID-19, la producción de tubo de cobre para la fabricación de tubos de gas medicinal empleados en las UCI. Aunque en los últimos años se ha probado para fines similares acero inoxidable, aluminio o PVC, el cobre es el material más eficaz en la lucha contra las bacterias. Por ello se usa en zonas de contacto en lugares de alta afluencia, como hospitales o transporte, para reducir el contagio de enfermedades por esta vía.
Asimismo, el acero inoxidable es útil por sus propiedades antimicrobianas, lo que lo hace muy útil en instalaciones en hospitales y centros sanitarios. Su presencia en espacios y herramientas quirúrgicas facilita la desinfección. Su superficie no es porosa, algo que evita que se adhieran patógenos y que permite una limpieza sencilla con los productos adecuados. Además, resiste la corrosión y no se oxida ni deforma, por lo que tiene una excelente durabilidad y resulta muy rentable. Y, al no ser magnético es perfecto para el mobiliario de las salas de operaciones.
El titanio y el aluminio son elementos biocompatibles que se usan en prótesis y dispositivos médicos. Su gran resistencia y poco peso los hacen imprescindibles en implantes. En ellos encontramos acero inoxidable, así como aleaciones de cobalto y cromo, de titanio o de níquel y titanio. El aluminio se usa sobre todo en forma de hidróxido, por ejemplo para tratar úlceras gástricas, además de en soluciones antisépticas y para conformar sustancias coadyuvantes en algunas vacunas. Sin duda el titanio es el más biocompatible de los metales, y no resulta alergénico o tóxico. Desde aplicaciones en neurocirugía a audífonos, implantes oculares, marcapasos, reemplazos óseos, aplicaciones dentales... el titanio es flexible y capaz de unirse al hueso y al tejido vivo, por lo que su uso médico ha crecido exponencialmente en los útlimos años.
Por otro lado, la plata favorece la cicatrización de quemaduas o rozaduras. Potencia la regeneración del tejido dañado, por lo que las soluciones que incluyen partículas de plata son muy empleadas en medicina.
Otros materiales como el oro plata, platino, iridio, tantalio y tunsgteno también están muy presentes en las aplicaciones médicas. Por su parte, el platino, a pesar de ser un metal precioso, tiene múltiples usos industriales. Entre ellos se encuentra la elaboración de dispositivos de neuroestimulación para aliviar síntomas de enfermedades como el Parkinson, la epilepsia, los derrames, etc. Además, las nanopartículas de oro forman parte ya del diagnóstico y de tratamientos contra el cáncer.
En Alsimet ofrecemos metales férricos y no férricos para aplicaciones industriales muy amplias, entre las que se encuentra el sector sanitario. Para más información, contacte con nuestras Delegaciones.